01 abril 2010

2 rombos.


Tienen estos amigos míos la costumbre de, cuando entro al bar de María, preguntarme qué pienso del tema que discuten y hoy no ha sido diferente. Hablaban de una noticia que han oído en el telediario y según la cual el gobierno quiere volver a poner dos rombos a los programas no apropiados para menores. Me hace gracia el tema y me siento con ellos. Y poco a poco vamos recordando cosas de otros tiempos, de los televisores en blanco y negro, de aquellos plásticos transparentes de 3 colores que algunos colocaban delante de la pantalla para imitar un televisor de color, de los programas de entonces, de Bonanza, de Viaje al fondo del Mar, de Mariano Medina, el hombre del tiempo durante media vida y su barco K siempre en medio del Atlántico.

Se ríen cuando recuerdan cómo sus padres les mandaban a la cama cuando aparecían aquellos dos rombos en Estudio 1 o Historias para no dormir y más tarde en las películas donde con suerte se terminaba viendo un beso, una insinuación de sexo. -Aquellas cosas eran solamente para mayores- dice José mientras otro marinero pregunta si nos acordamos de cuando, unos cuantos años después de su estreno, echaron en el cine de un pueblo cercano la lozana andaluza. ¿Quién que la hubiese visto iba a olvidarla?

Se quedan los hombres de la mar hablando de aquellos tiempos, de lo que dirán sus hijos si una de estas noches aparecen dos rombos en la tele y yo me acerco donde María que me mira con esa sonrisa suya que encierra toda su ternura.

Una tarde, hace ya unos días, prometí a María invitarla a comer en el faro. Yo sería el cocinero y ella a cambio tenía que llevar el vino y hoy me lo ha recordado. -Mañana cierro el bar y sería una buena ocasión- me dice. Y sobre la marcha nos ponemos a pensar que voy a hacer de comer. Sabe de mis limitaciones en la cocina y me lo pone fácil: una ensalada, un poco de pescado... -Y el postre farero, lo llevo yo - Se ríe cuando le pregunto de que sería el postre. -Ummm... ¿uno de dos rombos?

2 comentarios:

Trini Reina dijo...

El postre merece, al menos, tres rombos:):)

Mi vecina de enfrente, cuando yo era pequeña, tenía un plástico de esos de colores sobre la pantalla. Menudo engorro:):)

Abrazos

El viejo farero dijo...

En casa recuerdo que también lo tuvimos, pero apenas si duró unos días; por un lado solamente era medianamente eficaz cuando se trataba de un paisaje y las medidas coincidían, y por otro yo tenía a mi madre hasta el gorro con el dichoso plastiquito, a la primera de cambio le daba la vuelta y el cielo se volvía verde y la parte inferior azul.

Respecto al postre, jeje, sí, de 3 rombos.

Un beso.