Se adaptó la calle a la montaña que terminó siendo una cascada dormida sobre ella, las casas a la piedra, las ventanas al techo natural. La tierra se hizo calle, casa, y la montaña que impedía vivir en ella fue la base del pueblo.
Se adapta el corazón al dolor, al desamor, al recuerdo; y el dolor, el desamor, el recuerdo, se hacen sustento de un corazón que necesita sentir.
Setenil, (Cádiz) un corazón que se durmió al cobijo de la montaña.
El viejo farero.
23 abril 2009
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