22 abril 2009

Ella.

Vive conmigo en el faro un ser invisible, imposible de ver. Entra y sale cuando quiere, es como el aire, unas veces me rodea y me abraza, otras lo respiro y se mete dentro de mi.

Hay días que, sin previo aviso, se escapa, y de la misma manera regresa cuando quiere. No le gusta pasar la noche fuera y, cuando la oscuridad lo cubre todo, regresa al faro y me rodea. Yo no puedo, pero mi gato si la ve, al menos la presiente, y cuando esto sucede también él se acerca a mi y roza su cuerpo contra mis piernas, no se si buscando una caricia o si dándomela él.

Alguna vez, estando en el puerto charlando con mis amigos, rodeado de gente, he mirado a mi alrededor y la he echado de menos. Es como el café, me hace daño, pero lo necesito. Es entonces cuando dejo el bar, el pueblo, y me vengo a la playa, a los acantilados, a buscarla. Y ahí la encuentro a ella, sentada en las rocas unas veces, en la arena otras, esperándome.

Me habla y tiene mi misma voz. Me hace levantar mi mirada hacia el mar, hacia el horizonte, mientras va acariciando mi corazón, relajándolo, haciendo que lata más despacio. Todo mi ser se deja llevar y entra en un estado semejante al sueño.

Penetra, no sé cómo, en mi cabeza, y juega a ponerme imágenes, recuerdos del pasado. Le gustas, tú debes gustarle mucho, porque siempre lleva consigo y me trae tu cara, tu pelo, tus ojos, tus caricias... Lo tiene todo de tí y muchas veces lo comparte conmigo, por eso, cuando quiero tenerte y no puedo, como ahora, la llamo a ella.

Ha venido de nuevo, hace un rato, no sé donde andaba, pero aqui la tengo, delante, detrás, arriba, debajo, dentro... No la veo, pero sé que está aqui. Mi gato también lo sabe, se ha acercado a mi regalándome una caricia, pidiéndome otra para él. No quiere que me invada por completo, que me deje poseer por ella, y quiere, mi pobre amigo, que deje en mi corazón un huequecito para él.

Lo sé gatito mío, no estoy solo, estás tú, está el faro,está la noche... y está ella, mi soledad.

El viejo farero.

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