22 abril 2009

El vagabundo.(Lucia)

El texto que os dejo hoy es de alguien que jamás habéis leido. Su autora es una personita que cuando lo escribió era una brujita de 12 años, hoy tiene 15, pero sigue siendo la misma brujita que, con sus palabritas, su mirada y su magía blanca hace de mí casi casi lo que quiere. Su cara es tan linda como su manera de ser, y su manera de ser tan bonita como su nombre... os dejo con el escrito de Lucía.


En mi calle hay un coche abandonado, su dueño murió y desde entonces nadie lo utiliza. Todos los vecinos se quejan y dicen: -un día lo van a quemar, y el coche que esté aparcado al lado también se quemará - Sí, es mejor que nadie aparque junto a ese coche.-
Pasó más de un año y el coche seguía ahí. Un día lo cambiaron de sitio y lo pusieron justo encima de un paso de peatones para ver si así se lo llevaba la grua. La verdad es que molestaba mucho más, sobre todo si nadie lo utilizaba, porque si lo utilizaran ya sería diferente, sería mucho mejor.

- Yo creo que ahí viven unos chavales...-
-No, ahí se meten para fumar...-

Era cierto, en ese coche abandonado se metía alguien, yo no sabía si era mayor o joven, si era una mujer o un hombre, de lo que estoy segura es de que no se venía a fumar, porque era tan pobre que no tenía dinero para el tabaco o para las drogas.

Creo que era un hombre y que era un vagabundo. Ese coche era su nueva casa, ahí estaría más o menos caliente, cómodo y refugiado.

La verdad es que dormir en un coche no es muy cómodo ni caliente, pero es mucho mejor que dormir en el escalón de una casa abandonada y que el vecino de enfrente te eche amenazándote con un bate de béisbol. Sí, también hay gente así.

Poco a poco el coche se veía con más cosas, unos cojines, una manta vieja, algo de comida, periódicos en las ventanas, no se si para que no entrara el frío o para que la gente no lo viera.
A mi no me importaba en absoluto que ese hombre aprovechara aquel coche abandonado y me alegraba por él, ser vagabundo y dormir en un coche es menos malo. Los vecinos no pensaban así, ellos creían que les iba a robar y no querían que el coche abandonado estuviera allí. Solo sabían quejarse.

Cuando pasaba al lado del coche me sentía bien por lo que ya he explicado antes, veía que cada día el coche tenía más cosas, parecía que estaba teniendo suerte.

Cuando era de noche y me metía en la cama, con las sábanas, el edredón... y seguía teniendo frío siempre me acordaba del hombre del coche y peor de las otras 20.000 personas que no duermen en un coche sino que duermen en la calle.

Por desgracia la suerte se le acabó al pobre vagabundo. Cierto día por la tarde un drogadicto que me imagino que querría droga y no tenía dinero, estuvo paseándose unas cuantas veces por la calle viendo que podía robar. Cuando vió aquel coche abandonado con tantas cosas dentro y su dueño no estaba, rapidamente abrió el coche y se llevó todo lo que podría vender, y lo que no lo dejó en una bolsa al lado de la puerta de un vecino.

El vecino y unos cuantos más, cuando vieron lo que había dentro ( la cartera, el D.N.I. la cartilla de la seguridad social, la foto de una mujer con dos niños...) todos juntos fueron y la tiraron a la basura, luego, como si hubieran hecho una gran hazaña fueron a contárselo a los demás vecinos.
Yo estaba en la azotea y ví como se lo iban contando. Ahí me quedé mucho tiempo y cuando ya era tarde vi a ese hombre cuando llegó y vió que le habían robado lo poco que tenía. Entonces, de repente, me miró a mi, con las lágrimas saltadas, mirándome profundamente me preguntó quien había sido y yo le respondí.

Desde entonces no he visto a ninguno de esos dos hombres. El coche lo veo todos los días, ya no hay nadie y me da mucha pena. Los vecinos siguen diciendo. " Un día de estos el coche sale ardiendo... "



Lucía


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