22 abril 2009

Abecedario incompleto.

Jugaban entre risas y bromas unos amigos míos, marineros, como casi todos mis amigos, a decir palabras en orden alfabético. - Por la efe... - Y cada uno de ellos escribía la primera palabra que se le venía a la cabeza y que comenzara por aquella letra. Comentarios en voz baja, risas estruendosas... -¿Qué habrá dicho Antonio? - Me mira María y sonríe... - ¿Y qué habrás pensado tú? - Nos miramos los dos, pero no respondo nada.

En una mesa de las que hay en la puerta, al fresco de la tarde, se sienta la chica extranjera que muchas veces habla a través de las cuerdas de su violín. Le tiene María un cariño especial a esta muchacha, y sale a ver que va a tomar, y cuando regresa a la mesa lo hace con dos refrescos y se sienta junto a ella.

Decido salir y unirme a las dos mujeres, pero ocurre lo que estaba temiendo, y los marineros me paran, y me invitan a jugar con ellos. -Ven farero, a ver como andas de vocabulario- No me molesta el juego, pero prefiero estar en la calle, junto a María, y les propongo un término medio. - Venga, dadme un papel y un boli y os las escribo fuera, aqui hace calor.
Escribe Antonio todas las letras en una columna que se va torciendo poco a poco a la derecha, cada vez más dentro del papel, más alejada del borde. Las lee, mira que no falte ninguna y, generoso, borra tres o cuatro. - Estas no, farero, que son muy complicadas.
Me siento con las mujeres, - ¿Ya te han liado para que juegues? - Sonrío, miro el papel que me ha dado Antonio y utilizo cada una de sus letras para que sea la primera de cada palabra que yo escribo.

A...mar.
B...esos.
C...aricias.
D...eseo.
E...speranza.
F...elicidad.
G...emidos.
H...allarla.
I...lusión.
J...untos.
L...abios.
M... ¿Qúe pongo junto a la eme? Ha de ser algo que me guste, algo que ame... ¿Mar... mareas... No...
M...aría.
N...ostalgia.
O...lvido.
P...areja.
Q...uererte.
R...ecuerdos.
S...oledad.
T...ernura.
U...nidos.
V...olver.
Y...acer.
Z...arpar.

Quiero levantarme para dar el papel a mis amigos que lo esperan, pero de nuevo pasa lo que temía. -¿Me dejas leerlas?- Y casi sin opción a decir nada, María se hace con el papel y comienza a leer mis palabras. Me mira, sonríe con la levedad y la ternura con que lo hace todo. -Toma, dáselo a ver que dicen. Si yo hubiera tenido que hacerlo solo hubiera cambiado dos palabras-
Me intriga María con su frase, y antes de marchar donde los hombres no puedo evitar preguntarle cuales son, y ella toma el bolígrafo que tenía en mis manos y en una servilleta de papel escribe las dos que son diferentes. La chica del violín está junto a ella, las lee a medida que María las escribe, y sonríe.

Con la eme... mar, con la te... te quiero.

El viejo farero.

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